
El graffiti, una práctica artística callejera que se apropia del espacio público sin pedir permiso, ha evolucionado desde sus comienzos al presente en múltiples variantes según los temas que marcan a la sociedad, pero sin perder de vista que su esencia es marcar la ciudad con un nombre propio y dejar impresa de esta forma una identidad.

Del graffiti con ironía política hemos pasado al abstracto ilegible, de ser un medio universal pasamos a un amorfo que no lo entiende la mayoría de los habitantes de esta ciudad, de ser una expresión del ser ahora tenemos una invasión de pintas sin sentido.
