El 23 de febrero de 1919 fue inaugurado el Nuevo Circo de Caracas, el escenario sobre el cual decenas de grandes toreros nacionales y extranjeros de reconocimiento mundial exhibieron su arte, y donde miles de venezolanos se divirtieron disfrutando de películas, conciertos, óperas, obras de teatro y de la visita de personalidades y grandes estrellas.
Jorge Negrete, celebridad del cine mexicano se presentó en sus arenas; el equipo deportivo The Harlem Globe Trotters maravilló allí al público caraqueño; en sus espacios se organizaron temporadas de Lucha Libre con El Zorro Italiano, Bernardino la Marca, El Chiclayano y torneos de boxeo, como en el que Morocho Hernández ganó la primera corona mundial para Venezuela; se instaló una pista de hielo para patinar; en La Mezquita, el inmenso salón que se ubica debajo de las torres de la fachada morisca, había un cabaret del mismo nombre donde se celebraron los más inolvidables bailes de Carnaval; se hicieron eventos folclóricos y estudiantiles; y hombres como Andrés Eloy Blanco, Rómulo Betancourt, Jóvito Villalba Rómulo Gallegos y Rafael Caldera lo usaron para llevar a cabo sus mítines políticos.
El lugar fue el edificio más elevado de la ciudad, presenció el nacimiento de partidos políticos y se convirtió en el centro de convenciones más relevante de la capital. Camino al Nuevo Circo Todo comenzó en 1916 cuando el Concejo Municipal del Distrito Federal aprobó el contrato que firmara con el general Eduardo G. Mancera, quien presidía la Sociedad de Cines y Espectáculos, para levantar en terrenos municipales ocupados por el matadero de San Agustín, una plaza de toros. Para aquel entonces estaba rodeado por varias haciendas, La Yerbera (actual San Agustín), la de El Conde, la de San Bernardino y La Guía, hoy en día, Bosque Los Caobos. Según los expertos, una de las cláusulas más importantes del trato señalaba que transcurridos veinte años, los terrenos y bienhechurías serían propiedad del ayuntamiento de Caracas.
La obra construida por Alejandro Chataing y Luis Muñoz Tébar, a base de cemento armado "Portland", y de estilo mudéjar con torres inspiradas en el Minarete Islámico costó un millón doscientos mil bolívares de esos tiempos. Los estudiosos de la materia indican que las plazas de toros españolas con rasgos mozárabes, aún cuando son de mucha belleza, no cuentan con la calidad artística que muestra el Nuevo Circo.
Éste vino a sustituir como escenario al Circo Metropolitano de Caracas, una antigua plaza de toros que databa de 1896 y que funcionó hasta 1945, y que estaba ubicada donde actualmente hoy se localizan el Teatro Metropolitano y un estacionamiento, frente al edificio del Diario El Nacional.
Entre los toros y la demolición Para ampliar la capacidad del Nuevo Circo a mediados del siglo XX se demolieron algunas áreas, pasando así a convertirse esencialmente en una plaza de toros, uno de los mayores atractivos de la capital venezolana y escenario de la época de oro de la fiesta brava venezolana.
El 8 de octubre de 1984 la Junta Nacional Protectora y Conservadora del Patrimonio Histórico y Artístico de la Nación lo declaró Monumento Nacional y un año después a raíz de una apelación hecho por los Branger, el Ministerio de Relaciones Interiores dejó sin efecto la medida.
Por otra parte, en 1987 el gobierno municipal lo declaró monumento histórico, y tres años después Luis Branger acudió a la Corte Suprema de Justicia para solicitar la anulación de la declaratoria, la cual se le otorgó. Para 1998 la Corte Suprema nuevamente anuló la declaratoria, pero el Instituto de Patrimonio le da rango de Bien de Interés Cultural. Una vez más, apelaron la medida y hasta hoy no existe un pronunciamiento al respecto.
Época de oro
El lugar fue el edificio más elevado de la ciudad, presenció el nacimiento de partidos políticos y se convirtió en el centro de convenciones más relevante de la capital. Camino al Nuevo Circo Todo comenzó en 1916 cuando el Concejo Municipal del Distrito Federal aprobó el contrato que firmara con el general Eduardo G. Mancera, quien presidía la Sociedad de Cines y Espectáculos, para levantar en terrenos municipales ocupados por el matadero de San Agustín, una plaza de toros. Para aquel entonces estaba rodeado por varias haciendas, La Yerbera (actual San Agustín), la de El Conde, la de San Bernardino y La Guía, hoy en día, Bosque Los Caobos. Según los expertos, una de las cláusulas más importantes del trato señalaba que transcurridos veinte años, los terrenos y bienhechurías serían propiedad del ayuntamiento de Caracas.
La obra construida por Alejandro Chataing y Luis Muñoz Tébar, a base de cemento armado "Portland", y de estilo mudéjar con torres inspiradas en el Minarete Islámico costó un millón doscientos mil bolívares de esos tiempos. Los estudiosos de la materia indican que las plazas de toros españolas con rasgos mozárabes, aún cuando son de mucha belleza, no cuentan con la calidad artística que muestra el Nuevo Circo.
Éste vino a sustituir como escenario al Circo Metropolitano de Caracas, una antigua plaza de toros que databa de 1896 y que funcionó hasta 1945, y que estaba ubicada donde actualmente hoy se localizan el Teatro Metropolitano y un estacionamiento, frente al edificio del Diario El Nacional.
Entre los toros y la demolición Para ampliar la capacidad del Nuevo Circo a mediados del siglo XX se demolieron algunas áreas, pasando así a convertirse esencialmente en una plaza de toros, uno de los mayores atractivos de la capital venezolana y escenario de la época de oro de la fiesta brava venezolana.
El 8 de octubre de 1984 la Junta Nacional Protectora y Conservadora del Patrimonio Histórico y Artístico de la Nación lo declaró Monumento Nacional y un año después a raíz de una apelación hecho por los Branger, el Ministerio de Relaciones Interiores dejó sin efecto la medida.
Por otra parte, en 1987 el gobierno municipal lo declaró monumento histórico, y tres años después Luis Branger acudió a la Corte Suprema de Justicia para solicitar la anulación de la declaratoria, la cual se le otorgó. Para 1998 la Corte Suprema nuevamente anuló la declaratoria, pero el Instituto de Patrimonio le da rango de Bien de Interés Cultural. Una vez más, apelaron la medida y hasta hoy no existe un pronunciamiento al respecto.
Época de oro
Algunos de los momentos de gloria vividos en las arenas del Nuevo Circo la protagonizaron Alejandro Silveti y Leonardo Benítez, con toros de La Cruz de Hierro. Ese día, salieron en hombros por la Puerta Grande y el público emocionado los llevó por la Avenida Bolívar hasta el Hotel Hilton. César Girón, considerado el más grande matador nacido en Venezuela, se presentó en febrero de 1953 para recibir a los españoles Litri y Aparicio, entre otros. Para muchos, su mejor faena fue con un toro de Piedras Negras llamado Jarameño, el 24 de marzo del 63, cuando toreo junto al colombiano Pepe Cáceres. Las corridas de la Prensa y de la Policía Técnica Judicial (PTJ) de 1977 fueron de las últimas en celebrarse en el Nuevo Circo. Un gran récord que tiene el Nuevo Circo y que causa mucho orgullo es que jamás en sus arenas se vio una cornada mortal.
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