domingo, 21 de noviembre de 2010

Edificio Galipan, ayer y hoy




"Sentada a la mesa de un bar de la Avenida Francisco de Miranda, disfruto a través de la vidriera de una de las mejores vistas urbanas de Caracas.
El edificio Galipán, justo enfrente, luce espléndido, gran trasatlántico de los cincuenta.
El vidrio de la fachada donde estoy le ha desdibujado el escombroso abandono y le confiere ciertos brillos empañados.
Asimismo, las masas estridentes de sus dos monstruosos vecinos, confundidas en el reflejo de la vidriera, desaparecen un tanto y casi me molestan menos. Disfruto inmensamente de la vista, y de mi Gin & Tonic. Imagino cómo era aquel lugar en 1952, cuando se inauguró el edificio.
La avenida como dijéramos una vez en un libro del Instituto de Arquitectura Urbana 1, luciría "nueva y flamante", prácticamente construida para el uso exclusivo de la "gigantesca megaestructura en medio de grandes lotes baldíos de terreno".
El edificio se asienta majestuosamente a su orilla como un "mundo urbano en sí mismo, como un pedazo aislado de ciudad".
En aquel entonces lo habíamos escogido entre los 10 mejores edificios de vivienda multifamiliar de los años cincuenta y le redibujamos cariñosamente sus plantas, sus secciones y sus alzados, cuidando mucho en delinear bien cada antepecho, cada baranda, cada alero (que tánta familiaridad tienen con los de su notable pariente, el Hotel Tamanaco, otra espléndida obra del arquitecto Gustavo Guinand), a fin de salvarlos para la posteridad, erigiéndolo con nuestro devoto esfuerzo en un sitial de honor: una de las operaciones de mayor confianza urbana de la época.
Arriba en el último piso, un amplio restaurante coronaría la corpulenta fábrica a lo largo de una terraza sobre la curvatura central del volumen, rutilante de luces festivas y repleta de gente, y desde cada uno de los dos penthouses en las cinco puntas del edificio, los inquilinos, todos gente muy chic que se daban codazos para conseguir aquí apartamentos para rentar, abrían sus elegantemente decorados balcones a la vista de la nueva Caracas.
Eran las primeras terrazas escalonadas de la ciudad y habían sido modeladas según los hermosos y sofisticados balcones urbanos en los Roof-tops de Nueva York. Los tres triángulos estrellados de los tres edificios unidos que es el Galipán hacen una planta residencial formalmente agraciada, que resulta bien difícil de cambiar de uso. Más en los tiempos actuales, aunque aún viva allí mucha de la gente inicial, el edificio es prácticamente de oficinas. Sincerar el cambio de uso sin destruir el edificio es un reto para quien quiera remozarlo en el futuro.
El respeto, además para la arquitectura del autor del Easo y del Tamanaco, quien ya ha visto desaparecer un edificio suyo (el Cine Lido) en las inmediaciones, es un deber moral que tendrá que ser tomado en cuenta.
Y no hay nada menos "guinandiano" que los vidrios-espejo de colores galácticos. Imagino también la Librería del Este en la planta baja, que empezaba a elaborar su larga trayectoria librera de calidad, y por el oeste la Galería Adler-Castillo, quizás más tarde, haría otro tanto con el arte.
Veo esta arquitectura urbana, recién construida, cuyos Lobbies son un muestrario de materiales de lujo graciosamente encastados, con la Sastrería Carlone y la Casa Christian Dior, y una espléndida exhibición de automóviles BMW en el local central, convirtiéndose en el enclave del dandysmo caraqueño de los cincuenta.
Este hábil cuerpo transparente longitudinal, del cual su arquitecto está muy orgulloso y que recibe encima horizontalmente el nombre del edificio, elabora con otra serie de elementos una "oda al automóvil" de la que también hablábamos hace trece años.
Armando un frente continuo a la avenida, se yuxtapone a las concavidades de los volúmenes del edificio.

Nota de Hannia Gómez, sobre su última mirada al antiguo edificio, hoy demolido.

Retiran letreros de los comercios de Sabana Grande

Comerciantes informan que fuenos visitados por funcionarios de La Alcaldía de Caracas, para exigir el retiro de los avisos o marquesinas de los establecimientos.
Se rumora que se establecerá un estandar para este tipo de aviso, mientras, el aspecto de boulevard es patético.





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miércoles, 3 de noviembre de 2010

CARACAS en Retrospectiva


En Facebook hay un sitio muy interesante sobre imágenes antiguas de Caracas, visítalo aquí:

http://www.facebook.com/group.php?gid=14739997038



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En Gaceta expropiación del Sambil La Candelaria




En la Gaceta Oficial de este miércoles salió publicada la decisión de expropiar el Sambil de La Candelaria, ubicado en la parroquia del mismo nombre del municipio Libertador.

La Gaceta precisa que los bienes expropiados se utilizarán para el “Desarrollo de la Corporación de Comercio y Suministros Socialistas”.

Los vecinos están desepcionados por el tiempo transcurrido desde el anuncio de expropiación, lo cual ha generado deterioro de sus instalaciones y delincuencia desatada en los alrrededores.
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martes, 2 de noviembre de 2010

El Metro, la gran bomba de tiempo de Caracas


El detrioro del sistema es demasiado evidente como para intentar ocultarlo

Jueves. 11:53 a.m. Luego de una mañana de pelea con la burocracia -literalmente- salgo de la UCV con rumbo a Chacao. ¿La ruta? la que tomé por cinco años: Plaza Venezuela. Al llegar a la estación de Metro, vi algo que jamás hubiera imaginado en una hora que en realidad no puede considerarse “pico”, pues la gran mayoría de los colegiales no salen hasta después de mediodía. El andén estaba lleno y no podía bajar.Una semana antes, una amiga periodista, Sonia Pomenta, me lo había comentado via Twitter. “El Metro es una bomba de tiempo. Inanición, empujones. Acá está el caldo de cultivo de un estallido social”. Había visto por internet a mucha gente quejándose de la lentitud del servicio, especialmente del martes para acá, pero no lo había vivido. En ese instante en la baranda del hall de Plaza Venezuela entré en razón: el servicio colapsó. Era una tragedia anunciada que, si no se ataca a tiempo, puede tener un triste final.


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